diario de mi viaje a francia
Escrito por
Aldo Pinelli
Publicado el
6 de abril de 2021
La primera semana de mi viaje a Francia
Mi viaje a Francia empieza: 1 de Octubre
Desde la ventanilla del avión empecé a divisar campos cuadráticos cortados perfectos y chateaux hasta acercarnos a París. Aterrizaje perfecto, finalmente empezaba mi viaje a Francia. Pasé enseguida por el pasillo de los que tienen pasaporte europeo, qué belleza, la primera vez que no tuve que hacer la larga cola.
Llegué, no sin una búsqueda adrenalínica hasta el retiro de bagajes. Unos 500 pasajeros suponen unos 1000 bagajes. Mi valija tardó mucho en aparecer y la guitarra, más.
Al punto que quedábamos unos pocos y me iba a dirigir a hacer el reclamo y entonces la vi junto a, probablemente, una trompa o flugelhorn, en un changuito, aparte. ¿Y si no advertía el chango?
Respiré. Las chicas de seguridad me preguntaron si no tenía nada que declarar y les dije que era músico y bla, bla. No fue fácil tampoco encontrar dónde tomar el CDGVA, tren gratuito que conecta las terminales.
Recién ahí me di cuenta de que me habían roto la punta del duro estuche de la guitarra. Un bajón. Se me había hecho más tarde de lo que quería y todavía tenía que llegar al hostel en París y tratar de pasear un rato.
Logré llegar hasta el tren RER B después de varias preguntas y de leer carteles. Luché con la máquina expendedora de tickets hasta darme cuenta que era para pagar con monedas. No tenía suficientes. Fui a la corta cola de la ventanilla. Pagué con tarjeta de crédito y después no lograba entenderme tampoco con la tickadora ni con el guarda que debía darme la instrucción. Finalmente lo hice.
Bajé la escalera corriendo con mis insoportables bártulos y logré subir al tren que estaba parado.
Poca gente. Las estaciones pasaban y no paraba en ninguna y además, no había ningún nombre de los que tenía anotados como guía. Entonces escuché hablar en español desde el otro vagón y se estaban preguntando lo mismo que yo. Eran unas chicas que le preguntaban a un pibe francés por el tema.
Bueno, ellas no sé dónde fueron a parar, pero yo logré bajar en Gard du Nord que fue la primera parada como media hora después de dejar el aeropuerto de París. Bajé y rastreé.
Tenía anotada la calle que debía ubicar. Vi el nombre en un cartel. Para allá. Un señor de edad me ayudó a pasar el ticket del tren por la máquina (para comprobar a la salida que yo había pagado el ticket antes). Le pregunté por la calle y me dijo que estaba bien. Bajamos juntos en el ascensor y ahí estuve en las calles de Paris.
Después de tres o cuatro preguntas sin éxito de respuesta (no conocían la calle, no es que me ignoraban), un señor turco repartidor, me orientó bien y encontré dicha calle.
Todo derecho hasta encontrar el canal St. Martin y ver después, de lejos, el hostel.
Todas esas cuadras atravesé personas viviendo en carpas o en condiciones de “homeless”, claramente inmigrantes. Zona sucia con veredas que olían a orín. Ya no soportaba más el peso, estaba empapado de transpiración. Llegué destruido.
El canal St. Martin es muy lindo, un pequeño Puerto Madero menos producido, con bares y cine. Barcazas que te llevan a pasear y otras donde vive gente o son un restaurante o bar.
El hostel, St. Christophe, muy bien. Hice check-in y allá fui al quinto piso a la habitación 504 de diez camas.
Había un solo muchacho, francés. Fui al baño, acomodé las cosas en el locker bajo mi cama y después me conecté a Skype para hablar con mi familia. Charlamos un ratito con conexión algo deficiente y después, a la calle con la guía que me había armado.
Anduve por varios lados y llegué a la Plaza de la Republique donde siempre hay movida, pero en la plaza propiamente dicha había africanos con algún tipo de encuentro o celebración, recuerdo ver una bandera de no sé qué país.
Di unas vueltas más. En diferentes lugares compré tabaco de pipa que me costó encontrar, fósforos, una pipa en un local exclusivo de pipas y un merlot. Volví al hostel para bañarme. Había mucho jolgorio allí. Fumé relajado sentado en un banco del canal. Estaba muy fresco. Me fui a dormir, o a tratar porque el muchacho de al lado roncaba y molestó a todos, unos ocho en total.
No soy habitué de hostels pero en este caso, tuve dos noches gratis por haber usado kilómetros volados por noches de hotel.
Así terminaba el primer día de mi viaje a Francia.
Segundo día de mi viaje a Francia: 2 de Octubre
No dormí casi nada.
A las siete me levanté a desayunar por primera vez en Francia: café con leche, jugo, sándwich de jamón y queso gruyere en fetas, cereal con leche y jugo.
Después, a caminar por París hacia el Louvre.
Es bueno tener en cuenta que el primer domingo de cada mes la entrada al Louvre es gratuita y se puede acumular mucha gente.
Me perdí un rato hasta que retomé el Boulevard Strasbourg que después se llama Sebastopol. Llegué a la intersección con Rue Rivoli y fui hacia la derecha. Llegué.
Estaba todo cortado por una maratón. Di vueltas, pero con lo positivo de encontrar una vieja iglesia francesa para fotografiar. Hice una hora de cola. Cuando salí del Museo había el triple de gente en la cola. Entré.
Estaba nublado y con sol por momentos. Impresionante tamaño. Fui a la sala egipcia y después a la italiana. Llegué hasta La Gioconda. Muy fuerte estar mirando el cuadro (pequeño y tras un vidrio blindado) considerando que escuchamos hablar de él y Da Vinci desde la secundaria. Ni podía acercarme por la cantidad de gente alrededor. Usé zoom para una foto de lado.
Después rastreé hasta ubicar La Venus del Nilo en la sala de antigüedades griegas.
En los pasillos me detuve en los cuadros del oscurantismo holandés.
Pasé largo rato recorriendo salas variadas pero tenía una agenda con horario ajustado.
Salí al mediodía. Me senté en unos sillones de caño en el Jardín de Tullerías, dispuestos para la gente alrededor de una fuente y el parque en general que es la Plaza de la Concordia. Fumé una aromática pipa y después caminé derecho por Av. Champs Elyseé hasta el Arc du Triumphe.
Retrocedí por la vereda de enfrente (a la ida entré en el Disney store pero ni rastros de la muñeca que me había encargado mi hija). Me desvié hasta el Sena, crucé el puente Des Invalides. Seguí por esa orilla y volví a cruzar hasta que llegué al Pont Neuf. Crucé a la Isla de la Cité y pagué la entrada para la iglesia de St. Chapelle, fotografiando antes en la esquina el antiquísimo reloj más viejo de Europa, empotrado en la pared de la esquina.
Esta pequeña iglesia es de una belleza y colorido arrollador. Mi preferida en el aspecto visual, sin dudas, de todas las que conozco. Las vidrieras son impresionantes.
Después subí al primer piso. Compré regalos en el puesto dentro del templo, salí y caminé hasta Notre Dame, ahí no más. Cola rápida y entrada libre. Casi tan grandiosa como el Duomo de Milán.
Salí y caminé considerando que el sábado próximo vuelvo a Paris y subir al techo de Notre dame para apreciar las gárgolas. Salí y me dirigí al hostel.
Si no fuera por las incómodas noches de insomnio y el no molestar al resto con ruidos y tener que quedarme dando vueltas en la cama en la oscuridad, estaría todo bien en mi viaje a Francia. Después me bañé y volví a salir.
Recorrí unas cuadras paralelas al canal, esta vez por Av. Flandres hasta donde pasa el puente del tren que va a Gare del Est y crucé hacia el Mc Donalds previamente considerado desde ayer.
Comí hamburguesa sola con pan, Sprite y patatas por euros 6.
Allí mismo escribí un poco de este diario de viaje más para hacer tiempo que otra cosa.
Caminé otro rato y me senté en un banco a orillas del canal, fumé pipa con un tabaco Holandés aromatizado con vainilla y ya estaba exhausto.
Hice otra caminata para cansarme bien por la Av. Jean Jaurés, paralela al canal pero del otro lado que Flandres, volví al hostel y me senté un rato en el SUM.
Saliendo de París: 3 de Octubre
A las siete pasadas me levanté a desayunar y salí a ubicar el correo francés.
La chica de recepción me indicó bien. Llegué por Flandres y miré la hora de apertura. Abren a las 8.30 y eran y cuarto. Bien.
Volví al hostel a preparar el primer paquete de CDs para Musea Records, acá en Metz. Armé todo tratando de hacer poco ruido porque todavía había un muchacho durmiendo en la cama de arriba a la mía.
Volví al correo (unas cuatro cuadras) con los 20 de un total de 40 CDs que voy a enviar y…. esta oficina no funciona, está cerrada, me dijo uno de los albañiles que no había visto a la vuelta de la ochava y que estaña trabajando en algún tipo de remodelación. Y allí salí a andar con mi paquete.
Menos mal que no era el peso de los 40 (4 kilos). Fui por Flandres hasta el puente del tren, pregunté en un negocio y me dijeron que había otra oficina cerca. Seguí por allí y divisé el logo amarillo de La Poste.
Una empleada me ayudó muchísimo para despachar el paquete, todo por máquina (anoche en Mc Donalds´ también hice el pedido por pantalla, como en el autoservicio de caja en Jumbo en Buenos Aires). Volví por el canal, fui a la habitación a preparar la valija y el tipo de arriba de mi cama seguía allí, aún siendo casi las 10h.
Acomodé todo no sin esfuerzo. Recuperé la guitarra abajo, entregué la card y no se por qué me devolvieron euros 2,30. Tal vez porque salí antes de las 11 que es el límite de check-out. Emprendí la lenta caminata hacia Gard del Est (calculo que quince cuadras), con algunas paradas para reponer fuerzas y llegué con tiempo cómodo, sentándome a escribir esto mientras esperaba el anuncio de qué número de plataforma saldría mi tren a Nogent-sur-Seine.
El tren llegó puntual, obvio, y subí con la duda de si ese vagón correspondía a mi clase de pasaje.
Me cambié de asiento para estar más práctico con los bagajes, cerca de la salida. Viaje de 57 minutos. Una mujer me preguntó si el tren iba a Nogent. Le dije que sí y se me ocurrió pensar “tal vez es otra artista que va a CAMAC (tal el nombre del centro de artes)”.
El viaje saliendo de París, visualmente fue menos atractivo de lo que había imaginado. Sólo al llegar a Nogent empezaron las casitas medievales en la campiña. Medio parecido a Casso en Italia.
Bajé y tuve que cruzar del otro lado con todo el peso de los paquetes. Salí de la estación y vi que la chica del tren subía a un auto saludando a otra mujer que me señalaba, a unos treinta metros. Era Laetitia.
Nos saludamos y me presentó a Nina, la chica del tren, artista visual. Al toque estuvimos en Marnay y me llevaron a mí espaciosa habitación-studio.
Estuve acomodando mis cosas y ventilando ropa largo rato con un solazo que entraba por las ventanas con postigos que miran al jardín y a la entrada.
Estoy solo en toda esta parte de la abadía.
Después de la ducha y afeitada salí y fui a las oficinas.
Conocí a Jean-Yves, el director del centro, que habla algo de español porque me contó que tuvo una novia uruguaya y estuvo en Buenos Aires y en Mendoza. Buena onda.
Este lugar es alucinante.
El Sena corre detrás. Mi habitación recibe sol a partir del mediodía y enfrente, la campana de la abadía suena una vez cada media hora y toca todas las campanadas de las horas en punto.
Internet solo hay en la otra parte, no en mi habitación porque me dijo Jean-Yves que los gruesos muros impiden que pase la señal. El desayuno y almuerzo es libre tomando de la despensa y la heladera lo que uno quiere y cuando quiere.
La cena es a las 7pm puntual con todos los artistas juntos más alguien de la institución.
Cenamos ensalada de tomate, queso, berenjenas y aceitunas negras redondas; champignons con salsa de crema y leche; bistec; espárragos; y papas noisette. De postre, unos potes de algo muy parecido a brownies que había dejado la cocinera. La noche estaba fría y el cielo explotaba de estrellas.
El tercer día de mi viaje a Francia había terminado.
Cuarto día de mi viaje a Francia: 4 de Octubre
En Marnay siempre hay silencio.
Solamente se escuchan los autos que pasan yendo y viniendo por las diferentes villas de la campiña.
La calle de la villa es la ruta. Cabe decir que Marnay tiene 300 habitantes. Hoy amaneció con niebla temprano hasta que salió el sol. Desayuné en soledad y silencio a eso de las 8h. Café con leche con pan negro, queso brie, miel y una feta de algo parecido a salame.
Me enganché en la habitación para poner al día el diario de mi viaje a Francia y acomodar papeles, desechar otros y sacar la ropa del baño y ponerla cerca de la ventana. Salí a caminar.
Fumé en un banco de la plaza de la municipalidad (Mairie). Y dando unas vueltas vi el cartel del Jardín Botánico.
Bonjour para cada uno de los pocos que me cruzaba.
Participé de una visita guiada por el Jardín todo mu bucólico e impresionista, imaginando los cuadros que se habrían pintado allí por artistas desconocidos.
Volví a comer algo y por fin me puse a tocar la guitarra ahora con los brazos más relajados.
Hice un alto para un café cortado con nueces y manzana. Saludé a quienes estaban por allí y me dediqué a la lectura en tanto se iba acercando la hora de la cena así que dejé la compu trabajando, me duché y cambié.
Comida francesa de hoy: sopa de zanahorias con guiso de lentejas liviano más que nada con vegetales y poca sal. Puré de manzana recién hecho como postre y un budín riquísimo
Mi viaje a Francia continua: 5 de Octubre
Otra buena dormida y despertando con las campanas.
Hablando ayer de bicicletas pregunté si estaban disponibles. Lo están.
Entonces me decidí a ir a Nogent para el envío de correo que me faltaba. Me dijeron que ahora estaba cerrado y que abren a las 2pm.
Cuando se hizo la hora probé las bicis y elegí una y me lancé. No sabía que la ruta era tan transitada. Claro, es París-Troyes. Camiones, autos, buses. Fui bien por la orilla. Llegué pronto.
Es muy pintoresco Nogent de tamaño entre Vittorio Venetto y Padova, tal vez.
Di unas vueltas hasta ubicar el correo. Otras vueltas más y compré un tabaco danés de chocolate hasta salir a la ruta otra vez, parando en el Carrefour para otro vino (de repuesto).
Ahora tenía el gran trecho en subida con viento frío en contra. Se me hizo lento pero acá estamos.
Exhausto fui a la cocina, hola, hola, y tomé jugo de naranja mezclado con jugo de limón y un cortado más unas nueces con barra de chocolate.
Fui a la habitación a estrenar el nuevo tabaco y el nuevo vino.
Me bañé temprano y ya fui a la sala común a trabajar con internet y seguir con mi driario de mi viaje a Francia hasta la hora de cenar.
Comida francesa de hoy: lasagna con ensalada de lechuga y tomate con una salsita de mostaza suave para la segunda y crumble de manzana.
Me encargué de lavar la vajilla y seguí un rato más de compu.
También me enteré del camino por el campo para no tomar la ruta hacia Nogent.
Sexto día de mi viaje a Francia: 6 de Octubre
Sol y buen dormir.
Trato de ir a desayunar tipo 7.30 pasadas así lo hago tranqui y en silencio sin tener que conversar.
Llevé uno de mis discos de regalo al Jardin Botanique y me preguntaron si iría a la exhibición en otro centro de arte donde hacen residencias.
Toqué un rato y hablé con el nuevo músico residente brasilero que llegó. Anduve un rato por la orilla del río y después salí a correr por el campo. Me bañé a la vuelta y comí algo.
Fuimos a Troyes muy tarde y no pude recorrer nada.
En la exhibición tomamos un par de copas de champagne y algún bocadito seco. Estaba aburrido. Leticia y Jean-Yves se quedaban invitados a cenar pero el resto nos volvimos con Jaroslav (pintor checo) al volante.
Sólo saqué un par de fotos en una escapada de la exhibición, durante mi viaje en Francia saqué más fotos otros días.
Comimos pescado al limón con algo como una tortilla de papas al horno y muse de chocolate, muy francés.
A la cama tarde por lo que venimos haciendo de rutina acá. Ir a la habitación a las 11pm es una locura para lo que fue la semana.
La primera semana de mi viaje a Francia se termina: 7 de Octubre
Anduve caminando después de tocar guitarra.
Con ayuda, pude lavar la ropa en el lavarropas y la terminé de secar en la habitación con el sol y los calefactores.
Pasé a saludar por el Jardín Botánico y ahí me dijeron que a las 6pm iban a ir de compras a Romilly-sur-Seine. Voy, dije.
Iban con los residentes de La Maison Verte (la otra residencia artística) y después armarían una cena en la casa de la coordinadora a la que fui invitado. Almorcé y a la hora señalada fui para el Jardín.
En Romilly, a unos seis kilómetros de Marnay, no hay casi nada excepto un muy amplio espacio comercial donde, en redondo, se establecen varios comercios y locales enormes.
Entramos a Action, una especie de todo por dos pesos de alto nivel con mercadería de Holanda.
Compré algunas cosas y después fuimos al supermercado E. Leclerc ahí no más, donde compré otras, entre ellas el vino blanco de aporte para la cena y mi nueva y buscada campera. Cenamos pasta con tuco y aceitunas y después de un rato de charla a dormir a Camac.
La primera semana de mi viaje a Francia llegaba a su fin.